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Sobreproducción: Incluye la producción de cosas no requeridas.
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Espera: Aquí se incluyen las paradas de máquinas y las hora -hombre perdidas por descoordinación, falta de materia prima, falta de sincronización, etc..
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Transporte: Manejo de transporte de material innecesario, que incluye las racionalizaciones y los conteos innecesarios.
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Procesamiento: Aquí se incluyen conceptos de capacidad del proceso para cumplir la norma y el referido al diseño en sí mismo.
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Inventario: Se refiere particularmente a los inventarios de productos en proceso y al abuso del concepto de inventario como margen seguridad para la empresa.
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Movimientos: Se incluyen los movimientos innecesarios que no agregan valor.
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Defectos: Aquí se incluyen los desperdicios por materiales defectuosos, por mano de obra descuidada o poco calificada, por inspección no cuidadosa a los reclamos continuos por defectos.
Los sistemas de producción: evolución histórica y noción
del desperdicio:
Quizás el primer análisis formal de los sistemas de
producción fue el de Adam Smith, el gran economista escocés. En 1776 señaló en
su libro The Wealth of the Nations (La riqueza de las naciones) tres ventajas
fundamentales de la división de trabajo, a saber:
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La adquisición de destreza al realizar una tarea en forma repetida.
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El ahorro del tiempo que se suele perder al pasar de una actividad a otra.
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La invención de máquinas y herramientas cuyo advenimiento parecía natural cuando los operarios orientaran sus esfuerzos hacia tareas de campo restringido.
Después de Adam Smith, Charles Babbage, un ingles observó
en su libro On the Economy of Machinery and Manufactures (1832) que Smith había
soslayado una ventaja muy importante de la división del trabajo: advirtió que
con la especialización los salarios dependerían de la rareza de la habilidad
requerida. Así, mientras no hubo especialización la empresa debió pagar por
habilidades raras, aunque sólo las necesitara durante lapsos muy cortos. Empero,
con la división del trabajo ya fue posible comprar la cantidad necesaria de
habilidad. De este modo, además de las ventajas citadas por Adam Smith, de la
productividad originada en la división del trabajo, Babbage reconoció el
principio de limitar las habilidades como un medio de fijar una base de jornal,
que es otra ventaja importante. La división del trabajo llegó a su máxima
expresión en la fabricación en serie para montaje de automóviles en cadena.
La figura única y más importante de la historia del
progreso de la administración de la producción fue Frederick W. Taylor, que
publicó sus ideas en los primeros años del corriente siglo. Comprendió que el
método científico era aplicable a todos los problemas de la administración y
elaboró lo que conocemos con la denominación de "administración científica". La
esencia de su filosofía gira alrededor de cuatro nuevos compromisos de la
administración.
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Hacer una ciencia de cada uno de los elementos del trabajo personal, que reemplace los viejos métodos empíricos.
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Implantar una selección, un adiestramiento y una formación de operarios, en lugar de las viejas prácticas de dejar que el obrero elija su tarea y la aprenda como mejor pueda.
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Inspirar una cálida cooperación entre el obrero y la empresa para asegurar una labor acorde con los procedimientos científicamente establecidos.
- Dividir el trabajo entre los obreros y la empresa en partes iguales, donde cada parte realice la labor para la cual está mejor preparada, en lugar de que toda la responsabilidad recaiga sobre el obrero, como ocurría antes.
Estos cuatro principios suscitaron muchas ideas nuevas
acerca de la organización administrativas. A su alrededor florecieron doctrinas
completas de técnicas administrativas. Por ejemplo, del primero nacieron la
ingeniería de métodos y la medición del trabajo. El segundo y el tercero dieron
origen a la conducción de personal y a las relaciones industriales; al cuarto
debe su aparición la división del trabajo entre la administración y los obreros,
que constituyen la base de las funciones administrativas de planeamiento y
control, que han llegado a ser hoy tan importantes.
Taylor tuvo muchos seguidores: Carl Barth, Henry L. Gantt,
Harrington Emerson, Frank y Lillian Gilbreth, etc. Todos trabajaron dentro del
esquema general y la filosofía de Taylor, pero cada uno contribuyó con aportes
personales específicos.
La era moderna. El carácter general de los avances más
modernos en el terreno de la producción y la administración operativa estuvo
acompañado por el desarrollo de una técnica matemática y de simulación, por las
computadoras de gran velocidad y por la automatización. F.W. Harris había
iniciado ya en 1915 el análisis matemático con su primer modelo de magnitud de
lote económico para control de inventario. En 1931 Walter Shewhart introdujo en
la industria el control de calidad estadístico; en 1934 L. H. C. Tippett
concibió la muestra de trabajo: un procedimiento de muestreo que sirve para
determinar pautas de demoras, tiempo de labor, etc. Sin embargo, sólo después de
la segunda guerra había de producirse el rápido desarrollo de las aplicaciones
matemáticas, cuando pasaron al campo del comercio y la industria los métodos
militares de investigación operativa. La programación lineal fue un eficaz
instrumento matemático, capaz de entendérselas con muchos de los complejos
problemas de gran escala que plantean el ordenamiento y la distribución de los
recursos limitados de un sistema de producción. La programación lineal resultó
práctica gracias al progreso paralelo de las computadoras de gran velocidad. La
teoría de la fila de espera - aplicada durante algún tiempo en la industria
telefónica para analizar los sistemas - sirvió para el análisis de las cadenas
de producción en serie, de las casillas de peajes, del mantenimiento de las
máquinas, etc. Otros modelos de inventario, más realistas, que también tomaban
en cuenta la variabilidad y lo incierto de la demanda hicieron su aparición
junto a modelos de reemplazo y mantenimiento de maquinarias y oferta
competitiva.
La computadora no solo ayudó a elaborar técnicas como la
programación lineal y la simulación, sino que colaboró también en el nuevo campo
de la automatización, donde su programa permite controlar máquinas herramientas
en su ciclo completo al punto de llegar a producir piezas enteras sin ayuda de
la mano del hombre. Estos avances tienen gran significación sociológica y
económica, pues apuntan a una meta final de fábricas automáticas.
Por último, otro fruto de la guerra es la disciplina que
conocemos con los nombres de la ingeniería humana, factores humanos o
biotecnología. La investigación militar de psicólogos y filósofos encaminada a
elaborar sistemas que se adaptaran mejor al desarrollo humano de los sentidos de
la vista, el oído, el tacto, el olfato y a la capacidad motora - no menos que a
la tolerancia a factores ambientales como el frío, el calor, la luz, la
radiación y el ruido - también fue aplicable a la industria.
Estado actual. Casi todo el progreso de la administración
fabril durante los últimos doscientos años que nos separan de Adam Smith tuvo el
carácter de ciencia aplicada. Sin embargo, después de la segunda guerra pudimos
encontrar soluciones de problemas de campo restringido y saber que esas
soluciones eran las mejores u óptimas. Esto representa un progreso real e indica
que asistimos al nacimiento de la ciencia aplicada que previó Taylor. Hemos
llegado al umbral de la fase de desarrollo rápido de la ciencia aplicada que es
la administración de la producción. El conocimiento creciente acerca de una
materia es expresable mediante una curva de crecimiento hasta la saturación,
cuyo principio es lento y difícil; a medida que los elementos conocidos van
llenando los claros, el ritmo de crecimiento se acelera hasta la fase de
crecimiento rápido, y por último se detiene al llegar o aproximarse al nivel de
saturación. Por consiguiente, nos hallamos en la fase más emocionante del
desarrollo de la administración de la producción.
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