jueves, 21 de marzo de 2013

Los paradigmas tecnológicos 2.3

La Tecnológia Informática como Complemento de las Nuevas Prácticas Gerenciales
    A lo largo de la discusión hemos hecho breves referencias a la complementariedad existente entre el nuevo patrón organizativo y las de la tecnología basada en la microelectrónica. La relación es tan fuerte que en trabajos anteriores hemos podido deducir los principales rasgos de organización adecuada a la nueva ola tecnológica a partir del análisis y las características intrínsecas de la tecnología informática. Es interesante como problema teórico el tratar de explicar la profunda coherencia entre el modelo organizativo japonés, desarrollado entre los años cincuenta y sesenta sin informática, y la tecnología microelectrónica cuyo despliegue ocurre más ampliamente en los Estados Unidos desde las décadas del setenta.
     Pero, éste no es el lugar para esas disquisiciones. Lo importante es constatar que esta transformación del sentido común gerencial, esta especie de terremoto mental que significa abandonar las ideas tradicionales para construir organizaciones participativas, flexibles, interactivas, en permanente automejoramiento y constante acumulación de conocimientos, es profundamente armónica con la revolución informática.
     Esta armonía se manifiesta de dos maneras. Por una parte, es en organizaciones de nuevo tipo donde se puede obtener pleno provecho del potencial que brinda la tecnología informática. No hay forma de hacer que un pesado elefante se vuelva ágil poniéndole patas de gacela.
     Por otra parte, a medida que la nueva organización se va desarrollando se revela una y otra vez la capacidad del equipamiento electrónico para llenar sus requerimientos y para elevar sus posibilidades de superar los obstáculos que encuentra.
La coherencia interna del patrón tecnológico en sus vertientes de organización y equipamiento, es observable en cada uno de los elementos que conforman las tendencias que hemos venido discutiendo. Esto no significa de ninguna manera que hacia el futuro absolutamente toda empresa, toda organización, tenga necesariamente que informatizarse y automatizarse. Lo que sí significa es que con o sin equipamiento ese será la lógica organizativa del futuro, cada vez más compartida y cada vez más reforzada, porque la evolución del equipo disponible y la del entrenamiento de personal a todos los niveles convergerá hacia la aplicación de estos principios.
         La experiencia mundial indica que el cambio organizativo es una condición de base para sacar provecho de las ventajas que ofrece el nuevo equipamiento basado en electrónica. Además de muchos estudios de casos y de los resultados encontrados por Ingersol Engineers (mostrados al principio), se tiene el macro-caso palpable de los Estados Unidos frente al Japón.
     La tecnología microelectrónica se originó en EE.UU.; la tecnología comercial de la computación se desarrolló en todos sus estratos también en ese país,- las herramientas de control numérico y los primeros robots, al igual que los sistemas centralizados y luego distribuidos de control de procesos fueron inicialmente de tecnología norteamericana. Sin embargo, en la competencia internacional, cuando se trata de utilizar estos equipos para elevar la productividad y calidad de otras industrias, Japón ha tenido mucho más éxito. Más aún, a partir de la última década, se ha generado un superávit comercial considerable y creciente de Japón frente a Estados Unidos en la industria electrónica misma.
     La explicación que dan los mismos japoneses es la superioridad organizativa y el mejor uso de los recursos humanos. Esa es también parte de la explicación del éxito de Corea del Sur.
     No basta entonces con poseer la más moderna tecnología, no basta con saber desarrollarla y producirla, ni siquiera basta con ser el líder tecnológico. Hay que saber utilizar las nuevas tecnologías a través de estrategias gerenciales modernas y organizaciones ágiles, participativas y dinámicas. En otras palabras no hay tecnología ni técnica milagrosa que pueda salvar a una gerencia obsoleta.
     El nuevo patrón tecnológico comprende entonces, dos vertientes complementarias: por una parte, la microelectrónica, como tecnología modernizadora de productos y equipos, y por la otra, el nuevo modelo gerencial, como conjunto de principios organizativos y técnicas para aplicarlos. 
     En teoría la modernización podría proceder mediante un cambio gradual y simultáneo. En la práctica se dan caminos tortuosos o un fuerte acento inicial a veces en equipamiento, a veces en organización. Ocurre sin embargo que quien realiza grandes cambios en equipamiento pronto descubre que tiene que realizar grandes cambios en la organización.
     También quien comienza por la adopción de los nuevos principios organizativos tiende a generar demandas en equipos de manejo y transmisión de información, controles y otros elementos de tecnología de la información, al igual que maquinaria más precisa y confiable. Pero no da lo mismo. En este caso, el orden de los factores sí altera el producto y hay varias razones para esto.
     Hay diferencias de costo: La ruta de equipamiento primero es mucho más costosa. Cuando la organización no está ni acostumbrada ni preparada para asimilar el cambio se produce una brusca caída de la productividad al incorporarse el nuevo equipo. (En pequeña escala todos conocemos el caso de la maravillosa secretaria vuelta torpe y lenta en los primeros tiempos de introducción del computador para sustituir la máquina de escribir. La probabilidad de frustración y desmoralización del personal es también alta y eso puede contribuir a alargar la curva de aprendizaje y aumentar la duración y el monto de las pérdidas. Peor aún, el riesgo de seleccionar el equipamiento equivocado cuando las decisiones se toman por arriba, sin participación de los interesados, en una organización centralizada y rígida del viejo estilo, es ciertamente muy alto.
     Hay diferencias en esfuerzo: La ruta de cambio organizativo primero tiene menor costo económico pero exige muchísimo más esfuerzo y dedicación por parte de la gerencia. Se trata de un proceso difícil y posiblemente largo. Incluso tornar la decisión requiere mucho más coraje. Después de todo, la gerencia no está acostumbrada a confiar en el personal pero sí tiene experiencia en tomar decisiones de inversión y suponer que toda modernización o aumento de capacidad pasa por instalar nuevos equipos. Además, como decíamos al principio, hay un aluvión de promesas asociadas a las nuevas tecnologías y muy poca información sobre los fracasos. Por último, hay una cierta paradoja en la decisión de adoptar una estructura interactiva y participativa: quienes tienen el poder para tomarla son los que verán repartido su poder cuando ésta se lleve a cabo. Entender que el poder no consiste en dar órdenes sino en liderizar el logro de una estrategia es un salto difícil de dar desde la vieja mentalidad.
     Hay diferencias en resultado: Una organización empeñada en la mejora continua de la productividad y la calidad, se dedica a conocer a fondo las debilidades de los productos, los procesos y los equipos. En términos técnicos, esto significa que el personal está cada vez más capacitado para discriminar entre opciones tecnológicas para evaluarlas económica y técnicamente. En términos de política interna, si se ha logrado establecer un clima sano de cooperación-negociación, la incorporación de equipos nuevos no se ve como una amenaza sino como un reto colectivo y un proyecto de superación. Todo esto conduce a que el proceso de cambio global se produzca de manera fluida con un mínimo de sobresaltos y de traumas, en consecuencia, con menor riesgo.
     Es importante aclarar que en la mayoría de las empresas u organizaciones hay mucho camino organizativo que recorrer antes de que se haga indispensable incorporar cambios sustanciales en equipamiento. La experiencia internacional demuestra que se pueden lograr increíbles reducciones de costos mediante eliminación de desperdicios, de irracionalidad técnica y burocrática, reducción de productos defectuosos, o de exceso de inventarios, mejoras menores en la maquinaria y en los productos, etc.
     La colaboración con los proveedores de insumos o servicios contribuye también de manera sustantivo a elevar la calidad y la confiabilidad de los productos finales. Aprender a sacarle el máximo provecho al equipo existente, recurriendo incluso al llamado "retrofitting", 'hasta estirar su capacidad y encontrar sus límites foguea al personal en el ejercicio de la inventiva tecnológica y lo hace más sofisticado en el momento de especificar, evaluar o seleccionar equipo nuevo.
     No obstante, constatar la rentabilidad de posponer el gasto de inversión en aras de invertir menos dinero pero más esfuerzo en los recursos humanos, en el dominio tecnológico y la transformación organizativa no debe tampoco llevar a engaño sobre las realidades de mediano y largo plazo.
     Eventualmente, las nuevas formas organizativas se volverán comunes y corrientes, se establecerán definitivamente corno el "sentido común" gerencial. Lo que hoy permite dar un salto y obtener una ventaja significativa frente al viejo estilo de empresa, será mañana la forma característica de ser de todos los sobrevivientes del actual proceso de destrucción creadora. En eso consiste la transición.
     Otro malentendido a evitar es creer que la modernización -sea gerencial o de equipos- puede reemplazar el conocimiento de la tecnología específica del proceso o del producto y del mercado concreto de que se trate. La diferencia estriba en que la empresa tradicional aspiraba a comprar la tecnología y a "recibirla" de sus proveedores.
     En la empresa moderna, las nuevas tecnologías genéricas dotan a la gerencia de un enorme poder para perseguir y lograr el dominio tecnológico necesario. Llegue de donde llegue la tecnología, la actitud ya no es pasiva y receptora sino activa y de captación dinámica.
     Las formas organizativas, participativas y flexibles se, orientan al aprendizaje constante y a la acumulación de experiencia y conocimientos. Para ello se vale de la "ingeniería en reverso", de técnicas de análisis para detectar fortalezas y debilidades en procesos y productos y de cualquier otro medio de captación y asimilación de tecnología. Las tecnologías de la información son una poderosa herramienta al servicio de ese objetivo. Pero, con todas las máquinas computarizadas y toda la gerencia moderna del mundo, nadie puede fabricar trajes y venderlos con éxito si no sabe -o no encuentra quien le enseñe- las técnicas básicas de diseñar, cortar y coser.
     A la larga, entonces, la frontera de la competitividad será tecnológica; estará dada por el uso integral y dinámico de las tecnologías genéricas y por el constante mejoramiento de las tecnologías específicas. El dominio tecnológico, anclado en una sólida base organizativa y en recursos humanos cada vez más calificados, cada vez más creativos y nutridos de experiencia práctica, es y será la condición determinante de alcanzar y mantener la competitividad. Ese es el reto que confronta la gerencia hacia el siglo XXI.
     Fue la vieja mentalidad asociada al patrón tecnológico y gerencial anterior la que imaginó que la microelectrónica y la automatización expulsarían a los seres humanos del proceso productivo. Gradualmente se va haciendo más claro que en la sociedad de la información la clave del éxito será el factor humano.

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